El líder Peter Pan: cuando se construye con las manos y se destruye con los pies (Parte 1)

23 de octubre de 2016

El líder Peter Pan: cuando se construye con las manos y se destruye con los pies (Parte 1)

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Por: Rita Arosemena P.

En un mundo abordado por la necesidad de materializar un cambio en el esquema laboral tradicional que permita a las personas alcanzar la libertad financiera y sus metas personales, el líder inmaduro tiene las mismas chances que el psicópata integrado de convertirse en una fuente de infortunio y desgracia para el grupo de personas que pretende guiar al éxito.

No porque sea su intención tener el mismo efecto que un arma de implosión autoprogramada, sino porque carece de las fortalezas esenciales que sólo la madurez otorga a cualquier líder — y en términos generales, a cualquier persona —.

Generalmente, se comete el error de asociar la edad cronológica con la madurez emocional, olvidando que gran parte de esta última deriva de las experiencias y que estas, como bien dijo una vez Abraham Lincoln, no tienen nada que ver con los años de vida sino con la vida de los años.

Líder
Imagen por Shutterstock

El líder que construye con las manos y destruye con los pies (o con la boca, o con sus actos) es una analogía del bien conocido Síndrome de Peter Pan, a saber:

“Ven conmigo donde nacen los sueños y el tiempo nunca está planeado. Donde solo basta con pensar en cosas felices y tu corazón es capaz de volar en las alas de tu imaginación, para siempre, en el País de Nunca Jamás”.

O parafraseando: “el discurso motivacional”.

Porque si hay algo que el líder inmaduro llega a dominar muy bien es el arte del monólogo (yo tengo la razón), y si hay algo que le cuesta es, por supuesto, el diálogo (a lo mejor la tienen los otros).

El síndrome de Peter Pan es un recurso útil para comprender los defectos capitales del líder inmaduro, ya que el problema viene a ser, en esencia, el mismo.

Introducido por el psicólogo Dan Kiley en su libro “El síndrome de Peter Pan: la persona que nunca crece” (1983), el término ha sido empleado desde entonces para describir el conjunto de características propias de una personalidad inmadura:

  • Conducta narcisista
  • Desplazamiento de la responsabilidad
  • Dificultad para reconocer los propios errores
  • Egocentrismo exacerbado que hace a la persona creerse merecedora de recibir atenciones de los demás pero le impide retribuir en igualdad de condiciones o expresar gratitud
  • Esquema de comunicación reactivo
  • Dificultad para asumir y dar seguimiento a los compromisos
  • Baja tolerancia a la frustración
  • Tendencia a evadir los problemas y minimizar las consecuencias de sus actos

Veamos cómo dan forma estas cualidades a un esquema de liderazgo disfuncional.

La gente inmadura siempre quiere tener la razón, incluso si esta forma de actuar destruye una relación. La gente madura entiende que siempre es mejor perder un argumento y conservar una relación.

— Anónimo

El líder inmaduro procura, en la medida de lo posible, imponer su verdad ante los demás para defender el grado de autoridad y credibilidad que se siente obligado a preservar.

Al líder inmaduro le preocupa ser sobrepasado, descubierto en sus debilidades o acorralado. Se le dificulta aplicar métodos como el de W. Clement Stone, que se entrenó a sí mismo para recibir las peores noticias con un: “¡Excelente!” sin importar la magnitud de la tragedia.

Al líder inmaduro esto le parece descabellado, ya que reconoce solo una salida posible a todas las dificultades, que es la salida del hábito y la rutina preferida (no conveniente ni viable, sino preferida, cómoda).

El líder inmaduro puede desarrollar bastante bien la habilidad de planificación y seguimiento de tareas, pero presenta dificultades frente a la resolución de problemas, algo que se vincula directamente con la baja tolerancia a la frustración (que el psicólogo Aaron Beck llamó no-soportitis).

Al momento de hacer frente a situaciones inesperadas que producen malestar emocional, la respuesta inmediata del líder inmaduro es una posición reactiva, no proactiva.

La diferencia esencial entre una conducta reactiva y una pro-activa es que la primera se da por impulso, no por internalización. La personalidad reactiva busca defenderse a sí misma y disminuir la ansiedad y la inseguridad frente a los conflictos pero sin resolverlos, una tendencia que lleva a desplazar la responsabilidad a los demás y aminorar la gravedad de los propios actos.

Cuando el líder inmaduro se enfrenta a una situación incómoda, no responde, reacciona.

La razón de esto es que para responder se necesita ser consciente de los motivos que hay detrás de las propias decisiones, se necesita ser capaz de reconocer los propios errores, de humillarse (que proviene del latín humiliare: actuar con humildad).

Para reaccionar, se necesita estar ciegamente convencido de que uno tiene la razón y plenamente comprometido con la idea de que los demás están en nuestra contra.

“El líder inmaduro no responde, reacciona”

A la problemática del esquema de pensamiento reactivo potenciado por la baja tolerancia a la frustración, se suma la conducta narcisista y ególatra que lleva al líder inmaduro a cometer el error de imponer sus necesidades a las de los demás.

La más grande incoherencia en el liderazgo es la ausencia irresoluta de una actitud de servicio.

El líder que no busca servir sino servirse corre el riesgo de faltar a códigos éticos irreparables y a romper su compromiso con quienes confían en él.

Por fortuna para quienes lo rodean, el líder ególatra es fácil de reconocer por la forma en la que se dirige a los demás: con desdén y sin cortesía cuando no necesita nada; con educación y atenciones cuando requiere algo a cambio.

Y es que el líder inmaduro construye con las manos y destruye con los pies porque olvida, entre otras cosas, un factor fundamental acertadamente descrito por la autora Maya Angelou:

“Las personas olvidarán lo que dijiste y olvidarán lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir”.

Continúa: El líder Peter Pan: cuando se construye con las manos y se destruye con los pies (Parte 2)

Rita ArosemenaAcerca del Autor: Este articulo fue escrito por Rita Arosemena P.

Rita es licenciada en Comunicación, Creadora de Contenido Web y Copywriter entresemana (mochilera compulsiva, cafetera móvil y apasionada del arte el resto del tiempo). Para leer sus escritos, echa un vistazo a ritaescribe.com o a medium.com/@ritaperetz

Este articulo tiene 4 comentarios

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Anónimo delete 24 de octubre de 2016, 10:45

Que buen artículo. Agradecería que hubiese referencias de las citas que se usan para la intertextualización, de manera que se pueda ahondar en los textos de los autores que incluye la escritora de este texto.

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William delete 24 de octubre de 2016, 14:09

Acertado análisis de un líder inmaduro, sencillamente por sus actos llegaremos a reconocerlo facilmete.

Un saludo!

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catinfog delete 25 de octubre de 2016, 2:59

Tengo 26 años tengo mi propia empresa. La verdad es que veo en esa lista de defectos muchos de los que yo tengo. Lo que pasa es que no son defectos permanentes, sino que van a rachas. Con los años van espaciándose más. Supongo que faltan unas cuantas bofetadas más del destino. :D

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